Cuando una sociedad se dedica a importar sin ningún tipo de espíritu crítico toda clase de postulados teóricos y propuestas estéticas, elevando a rango de “fetiche” cualquier idea extranjera, hay que saludar con entusiasmo el que un intelectual local plantee una lúcida crítica a dichos postulados que, por lo menos, incentiva al debate y al intercambio de ideas.
Este es, sin duda, el caso del libro “Crónicas de amores furtivos” del escritor huancaíno Sandro Bossio Suárez (SBS).
Dado que se ha subrayado el carácter de “antología personal” del libro, me permito discrepar y plantear un hilo conductor en los relatos: las tensiones de la modernidad en el Perú (expresión que tomo prestada del Dr. Victor Vich).
Si aceptamos la idea de que la “modernidad” o, más específicamente, el proyecto político de la modernidad, implica el imperio de la razón en todos los ámbitos de la vida en sociedad y que la democracia activa es el sistema que mejor encarna los postulados modernos. Tenemos que un país moderno es un país con un sistema democrático sólido y que cuenta con la participación masiva y ordenada de su sociedad.
Ahora bien, en las últimas décadas se ha denominado posmodernidad a la corriente de pensamiento que dinamita estos postulados y destrona a la razón como eje universal de las relaciones humanas, planteando que la pretendida “verdad” a la que llega la razón no es más que un efecto producido por una serie de figuras retóricas y discursos de poder (Nietzsche).
Partiendo de estas premisas, cabría hacerse la pregunta de si es adecuado o no hablar de posmodernidad en el Perú. SBS parecer responder negativamente, en tanto que todavía no termina de cuajar el modernismo en este país. Prueba de ello es que el intento de llevar a cabo el proyecto modernista en América Latina ha producido una serie de situaciones traumáticas y choques culturales que “Crónica de amores furtivos” retrata con maestría y profundidad.
De manera explícita, estos conflictos son retratados en los cuentos de corte realista (en el sentido amplio del término), que retratan situaciones traumáticas (“Kassandra”, verbigracia.). Pero también los cuentos de corte fantástico (otra vez, en el sentido amplio del término) retratan los efectos traumáticos que el proyecto modernista trae consigo, produciendo grietas en el espacio-tiempo, juegos de espejos (“Retornos”), o el viejo choque entre civilización y barbarie (“En busca del Paititi”). Nótese que cada uno de los hechos fantásticos narrados en los cuentos es producido por la llegada de la modernidad (directa o indirectamente), por ejemplo, en el excelente cuento “El juego de las equivalencias”, la acción es desencadenada por la construcción de una carretera.
Mención especial merecen los dos cuentos policiales, que el autor relaciona con la llamada “literatura negra”, pero que están mucho más cerca del relato policial clásico, en el que el detective resuelve el crimen siguiendo pistas y apelando a la razón (nada más “moderno”).
Es bastante atrevido sostener una lectura de este tipo en espacio tan reducido (solo la “modernidad” del excelente cuento “Rosas para Sofía”, merecería un ensayo mucho mayor que este pequeño texto que intento esbozar) pero valía la pena el riesgo. Al menos para abrir el debate entorno a un libro que merece mayor atención y, por qué no, como punto de partida de un trabajo mayor.
Saludamos pues, nuevamente, el aporte que este libro hace a la ya clásica dicotomía: modernidad - posmodernidad. Aunque nos permitimos hacerle dos críticas puntuales: el “Exordio” resulta tedioso, predecible e innecesario y la foto del autor en la solapa demasiado manierista (alla maniera de Botticelli, solo le falta la lluvia de flores).
Este es, sin duda, el caso del libro “Crónicas de amores furtivos” del escritor huancaíno Sandro Bossio Suárez (SBS).
Dado que se ha subrayado el carácter de “antología personal” del libro, me permito discrepar y plantear un hilo conductor en los relatos: las tensiones de la modernidad en el Perú (expresión que tomo prestada del Dr. Victor Vich).
Si aceptamos la idea de que la “modernidad” o, más específicamente, el proyecto político de la modernidad, implica el imperio de la razón en todos los ámbitos de la vida en sociedad y que la democracia activa es el sistema que mejor encarna los postulados modernos. Tenemos que un país moderno es un país con un sistema democrático sólido y que cuenta con la participación masiva y ordenada de su sociedad.
Ahora bien, en las últimas décadas se ha denominado posmodernidad a la corriente de pensamiento que dinamita estos postulados y destrona a la razón como eje universal de las relaciones humanas, planteando que la pretendida “verdad” a la que llega la razón no es más que un efecto producido por una serie de figuras retóricas y discursos de poder (Nietzsche).
Partiendo de estas premisas, cabría hacerse la pregunta de si es adecuado o no hablar de posmodernidad en el Perú. SBS parecer responder negativamente, en tanto que todavía no termina de cuajar el modernismo en este país. Prueba de ello es que el intento de llevar a cabo el proyecto modernista en América Latina ha producido una serie de situaciones traumáticas y choques culturales que “Crónica de amores furtivos” retrata con maestría y profundidad.
De manera explícita, estos conflictos son retratados en los cuentos de corte realista (en el sentido amplio del término), que retratan situaciones traumáticas (“Kassandra”, verbigracia.). Pero también los cuentos de corte fantástico (otra vez, en el sentido amplio del término) retratan los efectos traumáticos que el proyecto modernista trae consigo, produciendo grietas en el espacio-tiempo, juegos de espejos (“Retornos”), o el viejo choque entre civilización y barbarie (“En busca del Paititi”). Nótese que cada uno de los hechos fantásticos narrados en los cuentos es producido por la llegada de la modernidad (directa o indirectamente), por ejemplo, en el excelente cuento “El juego de las equivalencias”, la acción es desencadenada por la construcción de una carretera.
Mención especial merecen los dos cuentos policiales, que el autor relaciona con la llamada “literatura negra”, pero que están mucho más cerca del relato policial clásico, en el que el detective resuelve el crimen siguiendo pistas y apelando a la razón (nada más “moderno”).
Es bastante atrevido sostener una lectura de este tipo en espacio tan reducido (solo la “modernidad” del excelente cuento “Rosas para Sofía”, merecería un ensayo mucho mayor que este pequeño texto que intento esbozar) pero valía la pena el riesgo. Al menos para abrir el debate entorno a un libro que merece mayor atención y, por qué no, como punto de partida de un trabajo mayor.
Saludamos pues, nuevamente, el aporte que este libro hace a la ya clásica dicotomía: modernidad - posmodernidad. Aunque nos permitimos hacerle dos críticas puntuales: el “Exordio” resulta tedioso, predecible e innecesario y la foto del autor en la solapa demasiado manierista (alla maniera de Botticelli, solo le falta la lluvia de flores).
* Publicado en: Suplemento Cultural "Solo 4". Huancayo, 4 de julio de 2009.