lunes, 14 de diciembre de 2009

CERVANTES, LA ULTIMA VICTIMA DEL CLUB BILDERBERG (Ricardina Arteaga Cabrera)

Que es mentira que el calentamiento global sea originado por el CO2 que produce la actividad de los seres humanos. Que los OVNIS nos visitan desde hace mucho tiempo. Que los atentados del 11 de septiembre fueron preparados por el propio gobierno de EE.UU. para justificar su “guerra preventiva”. Que Neil Armstrong jamás pisó la luna y que todo fue una falsificación de la NASA.

Estas son solo algunas de las “teorías conspirativas” que más han llamado la atención del público en las últimas décadas. Si algo tienen en común, es que siempre hay alguien muy poderoso y muy oscuro detrás, interesado en que la verdad no salga a la luz, para así poder continuar en el poder o recibir más beneficios económicos.

Sin duda alguna, las llamadas “teorías de conspiración” han sido no solo una fuente inagotable de discusión, sino también motivo de diversos proyectos artísticos que, con mayor o menor éxito, han intentado plantear y difundir pensamientos divergentes muy bien fundamentados (piénsese en la estupenda “JFK” de Oliver Stone, por ejemplo), pero también han servido para lanzar deleznables teorías cuyo único fin es el lucro (Dan Brown es un buen ejemplo de ello).

Al margen de si estas teorías son ciertas o no, considero que son intelectualmente estimulantes y suelen plantear interesantísimos debates que no hacen sino profundizar nuestro conocimiento sobre determinados temas. Recuérdese, por ejemplo, el caso de la polémica que protagonizaran hace algunos años nuestros escritores y que la prensa bautizara como “andinos versus criollos”. Aunque muchos creímos que la teoría de conspiración planteada por los llamados “andinos” no tenía mucho sustento, los argumentos que ambos bandos esgrimieron en los periódicos y la Internet (salvo contadas excepciones de muy bajo nivel) sirvió para poner sobre el tapete temas que veníamos arrastrando desde hacía muchísimo tiempo, como la dificultad de acabar con el centralismo limeño, y el sentimiento de abandono y marginación que este centralismo produce en provincias.

Pero, si bien es cierto que estas teorías son muchas veces intelectualmente estimulantes, hay otras muchas que no tienen ni pies ni cabeza y son lanzadas con el único fin de llamar la atención o de justificar la poca o ninguna acogida que tienen algunas personas o ideas en el mundo intelectual.

Este es sin duda el caso de la teoría conspirativa planteada por el Dr. Manuel Espinoza García, en su conferencia titulada “El pensamiento político del Quijote” presentada el jueves 10 de diciembre en una conocida universidad huancaína. En dicha conferencia, el Dr. Espinoza no hizo una sola cita exacta del libro de Cervantes, se limitó a mencionar de memoria un par de pasajes que luego sacaba totalmente de contexto para justificar una interpretación delirante y sin ningún sustento sólido. Al terminar su “argumentación”, planteó una conspiración para explicar por qué es que lo que él piensa es "el pensamiento político del Quijote" ha sido acallado. En dicha conspiración, estaríamos implicados literatos, críticos literarios, las academias de la lengua de toda Sudamérica, la Real Academia Española y uno de nuestros más oscuros cabecillas sería nada menos que don Mario Vargas Llosa (!!!).

No es nuestra intención restarle méritos -ni mucho menos- a la gran trayectoria intelectual del Dr. Espinoza. Simplemente nos interesa señalar que la literatura, como cualquier otra disciplina de las Humanidades, merece un poco más de respeto y dedicación. Tal vez la impresión tan negativa que nos dejó el Dr. Espinoza se deba, en gran parte, a la poca seriedad con que planteó su trabajo, quiero creer que fue por falta de interés en hacer una interpretación literaria seria, y no porque haya creído que en Huancayo ("tierra de comerciantes") nadie se iba a dar cuenta de que estaba “disparando para cualquier lado”.

Dediquémonos, pues, un poco más, y tengamos más respeto hacia las humanidades, que aunque no son ciencias exactas, sí tienen métodos y reglas que uno debe seguir si desea realizar algún tipo de análisis. Y no nos escudemos en teorías de conspiración para justificar la pobre acogida de trabajos nada serios.

Teorías de conspiración que no hacen sino recordarnos a Ramón Valdéz (don Ramón) diciéndole al Chavo del Ocho: “Yo pude haber sido un cantante de fama, de mucha fama. Pero hubo gente que hizo hasta lo imposible por evitar que yo cantara”. Mientras existan personas que quieran escudarse en teoría de conspiración de este tipo, tendremos que seguir respondiendo, como el Chavo del Ocho a don Ramón: “Sí, el público”.

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