lunes, 21 de abril de 2008

T.S. ELIOT, SIEMPRE A LA VANGUARDIA (Rodrigo Arauco Segoviano)*


Según los historiadores literarios, los lectores de poesía empezaron a disminuir en las primeras décadas del siglo XX. Empezaba a surgir entonces la vanguardia literaria, un movimiento que pretendía renovar el arte buscando romper los cánones establecidos a través del uso de nuevas formas de expresión, de ahí la proliferación de “ismos”: creacionismo, cubismo, dadaísmo, futurismo, surrealismo, ultraismo, etc.
La literatura, y más específicamente la poesía, se volverá tan experimental que el lector promedio la considerará incomprensible. Pensemos en lo que debe haber sentido el lector peruano que pasó de leer: “Indio que asomas a la puerta / de esa tu rústica mansión: / ¿Para mi sed no tienes agua?” de José Santos Chocano a “Tiempo Tiempo. / Mediodía estancado entre relentes. / Bomba aburrida del cuartel achica / tiempo tiempo tiempo tiempo” de César Vallejo.
En lengua inglesa, la vanguardia fue liderada por el poeta norteamericano Ezra Pound, quien consideraba a “La tierra baldía” de T. S. Eliot. La justificación del movimiento vanguardista anglonorteamericano.
Hace cuarenta y dos años, el cuatro de enero de 1965, víctima de una afección pulmonar, fallecía en Londres el poeta anglo-norteamericano Thomas Stearns Eliot. Sus funerales se realizaron en la célebre abadía de Westminster, hasta donde llegó su gran amigo Ezra Pound para decir “sólo puedo repetir con la misma urgencia desde hace cincuenta años: LEEDLE”.
Moría así el poeta que en 1914, a sus 26 años viajaba a Londres a proseguir su formación filosófica sin saber que ahí conocería a Pound, figura fundamental de la vanguardia poética en lengua inglesa, y que éste le cambiaría la vida.
Poco tiempo después de conocer a Pound, Eliot comunicaba a su familia en EE.UU. su decisión de no regresar, de quedarse en Londres para ser poeta y su reciente matrimonio con una mujer que acababa de conocer.
Escandalizada por el repentino cambio en la vida del tranquilo profesor de filosofía de Harvard. Su familia decidía retirarle todo su apoyo moral y económico.
Comenzaba, entonces, la etapa más difícil en la vida de Eliot. A los problemas maritales que no tardaron en surgir, se le suma la extenuante rutina que seguía para poder sobrevivir: de día trabajaba como profesor de francés, matemáticas, historia, geografía, dibujo y natación; y de noche como crítico literario, poeta y conferenciante.
El 7 de enero de 1919, Henry Ware Eliot, padre del poeta, fallecía convencido de que su hijo había estropeado su vida. Tal vez por esta razón, muchos años después, cuando Eliot había conseguido su consagración oficial no sólo como poeta, sino también como ensayista y crítico literario, y a pesar de que muchos de sus lectores lo consideraban ya el mayor poeta vivo en lengua inglesa. Eliot dudaba de su talento, desconfiaba de sus libros publicados y tenía miedo de no poder volver a escribir.
Estos temores desaparecerán cuando, en 1948, reciba el Premio Nobel de Literatura, y algunos años después se case en segundas nupcias con Valerie Fletcher, que será su compañera y secretaria hasta el día de su muerte. En cuya compañía habría de vivir lo que sus biógrafos coinciden en llamar “los años más felices de su vida”
El filósofo español José Ortega y Gasset, creía que hay dos tipos de lectura, una horizontal, en la que el lector se desliza sobre la superficie del texto y otra vertical, en la que el lector se sumerge en sus profundidades. La obra de Eliot es una invitación a la lectura vertical de uno de los poetas más profundos de todos los tiempos: LEAMOSLE.
Publicado originalmente en: Suplemento Cultural "Mixtura". Huancayo, 5 de enero de 2008

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