sábado, 27 de septiembre de 2008

HEREJÍAS ARTÍSTICAS (José "El embustero" Oregón Tapia)*

Allá por el año 1862, el poeta francés Stephane Mallarmé publicaba un texto titulado “Herejías artísticas”, una diatriba contra la vulgarización de la literatura. En su texto, el vate sostenía que las letras debían ser exclusividad de un selecto grupo de personas, una especie de aristocracia espiritual que tenía como primera obligación estar alejado de las masas que lo vulgarizaban todo. Mallarmé se oponía, incluso, a la enseñanza de literatura en los colegios.
Hoy, a casi siglo y medio de ese escrito, muy difícilmente se encontrará a alguien que suscriba las palabras del oscuro Mallarmé, el tiempo no le dio la razón. De hecho, la misma existencia de suplementos culturales como éste lo contradice cada sábado difundiendo cultura a todos los estratos de nuestra sociedad.
Varios años después de Mallarmé, el más conocido de nuestros poetas escribía: “Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él”. Verso tantas veces citado y tan mal comprendido, tan maltratado y sacado de contexto que se ha convertido en un lugar común, retórico y vacío. Personalmente, discrepo con aquellos que toman este verso como una máxima de validez universal, ignorando que este verso es parte de un extenso poema titulado “Himno a los voluntarios de la República” y que este poema -a su vez- es parte de un todo orgánico, el poemario póstumo “España, aparta de mí este cáliz”.
Este verso ha servido a muchos, durante mucho tiempo, para justificar todo tipo de barbaridades. Tal vez la más reciente sea la publicación de supuestos “poemas” en muchos suplementos culturales que francamente lo dejan a uno “encebollado y turbio” (para seguir vallejianos). Al parecer, muchos se han tomado muy a pecho aquello de “poesía no dice nada: / poesía se está, callada, / escuchando su propia voz” porque francamente sus poemas no dicen nada, absolutamente nada. Pero lo que en Martín Adán era el final de su “Travesía de extramares”, en nuestros pretendidos bardos se vuelve el inicio de una antología que podría titularse “Tonterías de estos lares”.
No niego el derecho que cada uno tiene de escribir poesía y publicarla, pero considero que lo que debe primar es el respeto al lector y a la poesía misma. No escribo este texto con la misma indignación de Mallarmé, ni quiero compararme con alguien tan grande como él. Pero tengo bastante claro que no soy poeta y por eso, y por respeto a los lectores, no publicaría una declaración amorosa en alguna sección de creación literaria. En todo caso -y hago extensivo este consejo a muchos de nuestros “poetas”- si realmente quieren empalagar a alguien pues hay más de una radio romántica que estará gustosa de transmitir sus recaditos o saluditos al aire, sean estos en versos o en prosa.
Creo que la responsabilidad no es sólo de los espontáneos seguidores de esa máxima atribuida a Platón que dice que “al contacto con el amor todos se vuelven poetas”, sino también de los promotores culturales, que deberían ser más exigentes con lo que publican, hace tiempo que pedimos -a gritos- un control de calidad más estricto, pues el bajo nivel no sólo se manifiesta en algunos “poemas”, también en uno que otro artículo lleno de inexactitudes y escrito sin ninguna rigurosidad. Tal es el caso del artículo “La poesía como orientación hacia su propia verdad” (SIC). Considero que el señor Víctor Van Amadeus, autor del artículo, es uno de los pocos (poquísimos) poetas que merecen ese título, pero ser poeta no es suficiente para escribir un artículo que resulta bastante confuso y fallido.
Quise comenzar este breve texto recordando a Mallarmé, en primer lugar porque en estos tiempos en que todos son “poetas” creí conveniente recordar a un gigante de versos tan exquisitos y cargados de sentido, fruto de un intenso trabajo intelectual que no sacrifica la sensibilidad artística. Y en segundo lugar porque quise marcar diferencias con este genio: yo no creo que la literatura deba ser privilegio de una aristocracia espiritual, pero sí considero que publicar es una responsabilidad que debe asumirse de manera más seria.

*Publicado originalmente en: Suplemento Cultural "Solo 4". Huancayo, 27 de setiembre de 2008.

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