
viernes, 24 de diciembre de 2010
LOS AVATARES DE LA IZQUIERDA SEGÚN CARLOS GENOVESE (Hugo Cordero Flores)

lunes, 20 de diciembre de 2010
EL ACTO SUBVERSIVO DE FRANCO NAVARRO (Ricardo Contreras Belaúnde)
"Ser honesto en este país ya es ser revolucionario"En esta línea de pensamiento, Gonzalo Portocarreo y Juan Carlos Ubillúz han planteado que el goce que nos cohesiona como peruanos es una forma específica de transgresión: "la criollada", "la viveza", "la pendejada": "Es claro que, en una sociedad como la peruana, donde la ley pública no tiene prestigio, están dadas las condiciones para que la 'desviación' deje de ser excepciónal para convertirse en un comportamiento institucionalizado, en una regla. Entonces la corrupción y el abuso con los débiles se convierten en hechos 'normales', aceptados como naturales e inevitables. Se desarrolla así una tolerancia con la transgresión que socava el orden moral y dificulta cualquier empresa común, pues fragmenta la sociedad en grupos que le dan la espalda a los valores y normas que supuestamente todos estamos obligados a acatar" (Portocarrero "Rostros criollos del mal").
Esta situación nos ubicaría ante una dicotomía que se nos presenta como inevitable: o somos pendejos o somos lornas, el cómico Miguel Barraza lo resume bien cuando dice: "el vivo vive del tonto; y el tonto, de su trabajo". Sin embargo, tal como lo ha señalado Ubillúz, aceptar el juego de ser lorna o ser pendejo es entrar en el juego de la criollada. Por lo que -basándose en la segunda definición de cura analítica planteada por Jacques Lacan- Ubillúz plantea como salida identificarse con el síntoma, con aquello que está mal y que sin embargo permite que la cosas marchen bien: "para pasar de la transgresión a la subversión, es imprescindible asociar el atravesamiento del fantasma con la identificación política, con el excluido del sistema pendejo, es decir, con el lorna" (Ubillúz "Nuevos Súbditos"). Desde luego, identificarse con el lorna no quiere decir convertirnos en sujetos subalternos frente al pendejo y dejarlo actuar con impunidad, pues "el lorna solo es lorna en tanto se esfuerza por pertenecer al grupo de pendejos. Si no se identificase con los ideales del grupo, el lorna permanecería para sus integrantes como un personaje distinto, extraño, indescifrable quizás" (Ibid). Entonces, la única forma de no caer en el juego de la criollada no es plantear ideales "que sirvan como contrapeso a la transgresión" sino identificarnos con el lorna y a partir de ahí devenir en algo diferente, nuevo, en algo que resulte subversivo para la lógica de la "criollada".

Navarro sabía que no tenía ningún jugador que pudiera reemplazar a Rodas (de hecho, tenía una de las bancas de suplentes más pobres del campeonato), sabía que era su cuarta oportunidad de salir campeón luego de haber perdido las tres definiciones anteriores, sabía que estaban en juego las ilusiones de miles de hinchas que abarrotaron el estadio para ver a su equipo jugar una final por primera vez en sus más de 60 años de fundación, pero sobretodo, Navarro sabía que estaba habilitado para alinear al jugador que -según algunos comentaristas deportivos y el propio Franco Navarro- es el mejor del campeonato. Pero Navarro sabía también que algo se podría en el fútbol peruano, y que la resolución que permitía a Gustavo Rodas jugar la final era, por lo menos, cuestionable. Decidió no incluirlo.
Es alentador que, en los últimos días, hayamos sido testigos de actos similares de desprendimiento por parte de dos taxistas: Kevin Arango y Juan Carlos Pardades. Ambos actos son tan o más valiosos que el de Navarro, en tanto que a ellos nadie los ha nominado para el premio fair play de la FIFA, o los ha nombrado "campeones morales", al contrario, Kevin Arango recibió apenas el 0.1% del dinero que devolvío, como recompensa por su acto, y no deja de ser una tremenda ironía de la vida que Juan Carlos Pardades haya rechazado la lógica del pendejo y el lorna frente a, nada menos, que un personaje como Adolfo Chuiman, quien alcanzó la fama encarnando al típico ciollo pendejo: "¿Quién soy yo? ¿Con quién estás?".
No faltarán quienes muestren escepticismo y aduzcan decenas de razones para minimizar los gestos de estas personas; a ellas, habría que recordarles que "identificarse con el síntoma implica desafiar a dos coordenadas subjetivas de la época: primero, a un cinismo que no puedo creer un mensaje que se encuentra más allá de los ojos (o los de la ciencia), y segundo, a una ética perversa que normaliza y legimita el goce que asegura la sujeción del sujeto al mercado" (Ubillúz "Nuevos súbditos").
martes, 23 de noviembre de 2010
TODOS SOMOS MARCOS
"... ser de izquierdas es estar por naturaleza allí donde se trata ante todo de devenir, es un problema de devenir, de no dejar de devenir minoritario, lo que significa que la izquierda nunca es mayoritaria en tanto que izquierda. Y por una razón muy sencilla: la mayoría es una cosa que supone, aun cuando se vota, que la mayoría no es sencillamente la mayor cantidad que vota por algo: la mayoría supone un patrón. En Occidente, el patrón que supone toda mayoría es: hombre, adulto, habitante de las ciudades.
Así que tendrá la mayoría, por naturaleza, aquel que, en un momento dado, cumpla ese patrón, es decir, lo que se considera la imagen del hombre, adulto, habitante de las ciudades. De tal suerte que, en última instancia, puedo decir que nadie es nunca la mayoría. Nadie lo es nunca, ¡es un patrón vacío! Sencillamente, varias personas, un máximo de personas se reconocen en ese patrón vacío, pero en sí el patrón está vacío.
Sin embargo, al lado de esto, ¿qué hay? Hay todos los devenires que son devenires minoritarios.
El varón adulto no tiene devenir. Puede devenir mujer, y en ese momento entablar procesos minoritarios. La izquierda es el conjunto de los procesos de devenires minoritarios. Así que puedo decir literalmente: la mayoría no es nadie, la minoría es todo el mundo. Eso es ser de izquierda: saber que la minoría es todo el mundo..."
viernes, 17 de septiembre de 2010
MANIFIESTO DEL SIGLO XXI (Carlos Tovar, "Carlin")
INSTRUCCIONES PARA CAMBIAR EL MUNDO
Salpíquese de nubes a discreción.
Cuelgue con cuidado una luna llena en occidente, digamos a tres cuartas sobre el horizonte respectivo. Sobre oriente inicie, lentamente, el ascenso de un sol brillante y poderoso. Reúna hombres y mujeres, hábleles despacio y con cariño, ellos empezarán a andar por sí solos. Contemple con amor el mar. Descanse el séptimo día.
II. Reúna los silencios necesarios.
Fórjelos con sol y mar y lluvia y polvo y noche. Con paciencia vaya afilando uno de sus extremos. Elija un traje marrón y un pañuelo rojo. Espere el amanecer y, con la lluvia por irse, marche a la gran ciudad.
Al verlo, los tiranos huirán aterrorizados, atropellándose unos a otros. Pero... ¡no se detenga!... la lucha apenas se inicia.
lunes, 28 de junio de 2010
LOS MANÍFICOS. LA PELÍCULA: LOS VERDADEROS SOLDADOS ESTÁN DE VUELTA (Pancho Vilchez Mariátegui)
Una característica que comparten las últimas películas estadounidenses sobre la guerra en el Medio Oriente es la visión crítica y problematizadora del conflicto. Estoy pensando en películas como “The hurt lucker” (2008) de la directora Kathryn Bigelow o en “Jarhead” (2005) del inglés Sam Mendes. Aunque se podrían mencionar muchas más me quedo con estas dos porque son representativas de aquella forma de ver las cosas a la que parece responder la película "The A-Team", dirigida por Joel Caranahan. Tanto en "The hurt lucker" como en "Jarhead" los protagonistas son sujetos escindidos, obligados a huir hacia adelante para poder afrontar el horror de la guerra. Son jóvenes reclutas a los que el infierno de la guerra trastorna de tal forma que ya no pueden volver a la misma vida civil de antes. De hecho, el sargento William James (Jeremy Renner) de “The hurt lucker”, no puede aceptar el reto que significa reinventarse por completo para poder volver a vivir con su familia en EE.UU. y decide retornar a Irak, a pesar de no estar obligado a hacerlo. La cinta de Caranahan, en cambio, va en dirección contraria a estas dos películas. Por esta razón, una de las primeras cosas que queda en claro al inicio de la película es que, a diferencia del Anthony Swofford (Jake Gyllenhaal) de “Jarhead” y del sargento William James, los miembros de “The A-Team” no son reclutas sin vocación buscando respuestas en medio del infierno, los A-Team son “verdaderos soldados”, lo dice en algún momento de la película Jhon “Hannibal” Smith (Liam Neeson) y, de hecho, “Hannibal” parece hacer una clara alusión a las dos películas que acabo de mencionar cuando, refiriéndose a un pelotón de manera despectiva, lo llama “un montón de engreídos locos por disparar”.A diferencia de los reclutas inseguros y engreídos, los muchachos de "Hannibal" son un equipo conformado por soldados con temple de acero y sin miedo a la muerte. No cuestionan sus ordenes ni la validez de las razones que justifican el conflicto, están ahí porque son los mejores, ellos lo saben, y hacen lo que tienen que hacer. Mientras Anthony Swofford luchaba por mantener la cordura en medio del desierto y mataba el tiempo con exageradas demostraciones de hombría, Templeton "Faceman" Peck (Bradley Cooper) no pierde la sonrisa mientras aprovecha el sol irakí para broncearse y H. M. Murdock (Sharlto Coopley) hace una parrillada con carbón y pólvora.
Podría acusarse a la película de conservadora, de presentar personajes unidimensionales, de invisibilizar los conflictos internos de los protagonistas, el horror de la guerra y las pugnas dentro del grupo (la eterna rivalidad entre el capitán H.M. Murdock y el sargento B.A. Baracus (Quinton Jackson) es reemplazada por una relación complementaria y hasta cariñosa). Pero se estaría siendo injusto.
La película, fiel al estilo de la serie de los ochenta, se deleita y se construye a partir de las desmesuradas escenas de acción, las inverosímiles fugas y, sobretodo, a la sangre fría y el sentido del humor que los protagonistas no pierden ni cuando están jugándose la vida en un tiroteo o surcando los aires en un tanque de guerra sostenido por dos precarios paracaídas y son abaleados por aviones teledirigidos. La película apuesta por el puro entretenimiento, no busca problematizar o ahondar en ningún aspecto (¿Cuándo un "blockbuster" lo ha hecho?), salvo el pequeño paso de B.A. Baracus por un supuesto pacifismo que se limita a una cita de Ghandi y que termina cuando “Hannibal” le responde con otra cita del mismo Ghandi. Dicho “conflicto interno” de Baracus, resulta tan superficial y fingido que termina siendo ridículo, la película no habría perdido nada si se obviaba este incidente, al contrario, habría ganado.
Es partiendo de esta premisa que uno debe sentarse y disfrutar de la película. Quienes crecimos con “Los magníficos” teníamos claro de qué se trataba y, por eso, la película no decepciona en ningún momento. Solo me permito hacerle una crítica muy puntual: haber maltratado de manera tan artera al actor del elenco original Dirk Benedict.
jueves, 17 de junio de 2010
STRANGER THAN FICTION
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eras.
lunes, 17 de mayo de 2010
EL FANTASMA DE LA PAISANA JACINTA (Pancho Vilchez Mariátegui)*
Gracias al libro “Antropología Estructural” de Claude Levi- Strauss, nos es bien conocido el caso de las distintas representaciones que de su sociedad hacen los miembros de la tribu norteamericana “Winnebago”.
Esta tribu se divide en dos subgrupos: “los que vienen de arriba” y “los que vienen de abajo”. Si le pedimos a una persona del primer subgrupo que dibuje un mapa de su comunidad, esta persona dibujará la disposición de las viviendas en forma de dos círculos concéntricos alrededor del templo principal; pero si le pedimos a una persona del segundo grupo que haga lo mismo, ésta dibujará el plano de su comunidad como un solo círculo claramente dividido en dos por una línea divisoria.
Para el antropólogo francés Levi-Strauss, estas dos formas de dibujar el plano de la comunidad representan la presencia de un trauma original que no puede ser interiorizado por los indígenas “Winnebago”. Es decir, lo que cada uno de los distintos planos refleja no sería la disposición física de la comunidad, sino la persistencia de un antagonismo esencial que los indígenas no pueden explicarse ni, por tanto, simbolizar.
Este antagonismo fundamental es lo “real” lacaniano, y no es privativo de la tribu “Winnebago”, sino de todas las formas de vida en sociedad. El antagonismo es inherente a la convivencia humana y para no lidiar con él, los seres humanos creamos lo que el psicoanálisis lacaniano llama “fantasmas”, que vendrían a ser especies de ilusiones o simulacros de la realidad que cubren u ocultan lo “real” de la existencia.
En un brillante ensayo aparecido hace algunos años, el crítico literario Juan Carlos Ubillúz analiza el “fantasma” que recorre la literatura peruana sobre la violencia política, y que habría tenido su momento fundador en el “Informe Uchuracchay”.
Resumamos brutalmente: para poder entender -y, por tanto, relacionarse- con los pobladores “andinos”, la población “criolla” se creó la imagen (el fantasma) de una nación andina cercada, una nación apartada totalmente de la realidad occidental y la tecnología, a la que hay que educar e introducir en el proceso de la modernidad comandada desde la capital. Este “fantasma”, le facilitaría al sujeto “criollo” relacionarse con lo “andino”, en tanto que lo etiqueta y estereotipa, quitándole todo contenido “real”, y estaría presente en novelas como “Lituma en los Andes” de Mario Vargas Llosa y “La hora azul” de Alonso Cuento pero también en “Candela quema luceros” de Félix Huamán Cabrera y “Rosa Cuchillo” de Oscar Colchado.
El fantasma pues, no es privativo de lo dominante o hegemónico, muchas veces es recibido y asimilado por lo subalterno (para mayor información sobre lo subalterno, véase el ensayo "’Dos más por Charlie’: el sujeto subalterno subalternizado” del poeta y literato Pablo Ávila Oré). Y aunque el sujeto subalterno presente el reverso especular del fantasma, esto no le quita su condición de “velo” de la realidad.
Recordamos al crítico Juan Carlos Ubillúz ahora que han vuelto a la televisión peruana personajes como la “Paisana Jacinta” o el “Negro Mama” (por mencionar solamente a dos caricaturas de sujetos subalternos, por cuestiones de espacio no mencionamos otras caricaturas de minorías étnicas, religiosas o sexuales).
Hace poco Jorge Benavides, intentando defenderse de las acusaciones de denigrar a la mujer andina con su personaje la “Paisana Jacinta”, negaba cualquier atisbo de racismo o discriminación en su personaje y se presentaba como una víctima de la censura y la mala voluntad de sus detractores. Pero luego, hablando de la directora Claudia Llosa, y en clara alusión a la actriz Magaly Solier, decía: “Espero que ella me considere en su show porque preparo una puca picante de la p…”.
Digámoslo de una vez: tal vez el señor Benavides no se haya dado cuenta, tal vez su intención sea exactamente la opuesta: rendir un homenaje a la típica serrana que llega a la capital y trata de salir adelante, pero no puede hacerlo sin recurrir a un “fantasma” que no hace sino profundizar las brechas de una nación dividida ¿o alguien cree que Magaly Solier está donde está por preparar puca picante?
Y recordemos que no es él el único caso: sin duda todos tenemos todavía presente el escándalo que tuvo que enfrentar Efraín Aguilar cuando presentó imágenes “prejuiciosas” de la ciudad de Huacho en su serie “Al fondo hay sitio”. Escándalo que lo llevó a pedir disculpas públicas a los pobladores de Huacho y a prometer realizar un capítulo en el que “elogie las bondades del norte chico” (¡!).
Tal vez el talento de Aguilar para “elogiar las bondades del norte chico” deje satisfechos a algunos huachanos y haga que olviden este pequeño “desliz” (que así lo llamó Aguilar). Pero cuánta razón tiene Lacan cuando dice: “El inconsciente está afuera”. Las declaraciones del señor Benavides y el “desliz” de Efraín Aguilar nos lo demuestran.
Pero no se nos malinterprete. No estamos planteando que alguno de estos cómicos denigre intencionalmente a las etnias o grupos que caricaturizan. Todo lo contrario, planteamos que no es su intención denigrarlos, pero lo hacen porque reproducen un “fantasma” que oculta lo “real” de nuestros antagonismos y reproduce nuestros prejuicios y taras para con lo subalterno. Y las primeras víctimas de este “fantasma” son los propios cómicos, pero no lo saben. De ahí que se empeñen tanto en negar cualquier intención discriminatoria.
* Publicado originalmente en: "Cátedra online" el 16 de mayo de 2010
sábado, 15 de mayo de 2010
CANONICEMOS A LAS PUTAS (Catón Nino Garabato)*

No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo...
Jaime Sabines, “Canonicemos a las putas”
Los que hace varios meses vimos con emoción cómo un grupo de generosos vecinos se oponían con palos y piedras a la clausura del único burdel legal en Huancayo, el “Intihuatana” (“Lugar en donde se ata el sol”). Hoy vemos con espanto cómo se clausuran uno tras otros los burdeles informales más concurridos de la ciudad.
¿Acaso nuestras autoridades no saben que no habría oferta si no existiese demanda? Esto es algo que ya lo tenía claro hasta uno de los padres de la iglesia como San Agustín, que en el siglo V escribía lúcidamente: “Cerrad los prostíbulos y la lujuria lo invadirá todo”.
Nuestras autoridades - y la sociedad huancaína en general- debieran empezar por reconocer sin hipocresías un hecho inobjetable: el “Intihuatana” no se da abasto para atender a las miríadas de desolados clientes (feos, tímidos, antisociales, floros monces, hijitos de mamá, acomplejados, perversos, mañosos, despechados o los que no la hacemos ni con la amiga de todos) que buscamos en esas buenas samaritanas (Magdalenas, Mesalinas, Jeniffers, Vanessas, Adas, Maricielos) un poco de esperanza.
No habrían tantos burdeles ilegales o clandestinos en la ciudad si la demanda no hubiera rebasado la poca oferta existente, y este no es un fenómeno de hoy, sino que ha sido así desde hace mucho. La pregunta es entonces ¿Qué buscan nuestras autoridades clausurando a diestra y siniestra los burdeles ilegales? ¿Por qué este repentino interés por establecer la ley y el orden? ¿A quién benefician?
Alguien planteará, con mucha razón, prestarle atención a la otra cara de la moneda: los vecinos hartos del espectáculo bochornoso y obsceno que tienen que soportar todos los días, de los mataperros que rondan como gallinazos alrededor de las lucecitas rojas, los jovenzuelos que se pasaron de copas, los amigos que hacen chacota mientras esperan al compañero, los clientes insatisfechos que no se quieren ir, los borrachines que nunca acabaron y fueron echados a la calle desde donde gritan que no saben con quién se están metiendo, los proxenetas, las delincuentes disfrazadas de prostitutas y un largo etcétera.
Sin duda sería una necedad (o una maldad) decirles a uno de estos vecinos que ellas, las mujeres públicas, son el ‘refugium pecatorum’ o que siempre (SIEMPRE) dan más de lo que cobran. Y tal vez pensarían que nos estamos burlando de ellos si les dijéramos, como el grupo “Sin Bandera”, que cuando ellas dicen ‘siento’ sientes que son todo, que cuando dicen “vida, yo estaré contigo” y toman de tu mano, por dentro lloras porque aunque sea mentira te hacen sentir vivo, porque aunque es falso el aire sientes que respiras.
Dudo mucho que uno de estos vecinos entienda que para quienes solo despertamos risas o indiferencia en el sexo femenino, las mujeres públicas son lo más cerca del amor que estaremos jamás, son nuestra única oportunidad de tener una vaga idea de su sombra fugaz. Ya lo dijo alguna vez Joaquín Sabina: “acércate a su puerta y llama si te mueres de sed”.
Desde luego, no quisiera que se me malinterprete, la prostitución trae consigo una serie de problemas sociales que tienen que ver con la trata de blancas, la prostitución de menores de edad, el proxenetismo y la delincuencia en general. Pero estos son problemas que no se solucionarán cerrando burdeles que luego se vuelven a abrir o cambian de lugar. Intentemos buscar una solución definitiva.
Desde mi punto de vista, la creación de una zona rosa es urgente, por la seguridad y el control que permitiría y la tranquilidad de clientes y vecinos. Medidas draconianas como las aplicadas las últimas semanas no harán sino aumentar la prostitución callejera, con el consiguiente riesgo de usurarios vecinos y damas de compañía, que son siempre las peor tratadas en todo este lío, a pesar de tener, para citar otra vez a Joaquín Sabina: “un corazón tan cinco estrellas, que hasta el hijo de un dios, una vez que la vio, se fue con ella. Y nunca le cobró, la Magdalena”.
* Publicado originalmente en: "Cátedra Online" el 12 de mayo de 2010
martes, 20 de abril de 2010
THE ROCKY HORROR PICTURE SHOW
Primero: "The Rocky Horror Picture Show" se debe disfrutar en un cine junto a los fanáticos de tu ciudad, todos disfrazados de su personaje favorito.
Segundo: Los elementos de utilería son muy importantes. Debes llevar como mínimo arroz, periódico, linternas, guantes de látex, matracas, papel higiénico, sombrerito de fiesta, una campana o un juego de llaves y cartas.
Si eres virgen y no sabes cómo utilizarlos, sigue este link donde conseguirás toda la información al respecto
Tercero: Es completamente aceptable que grites tanto diálogos de la película como “observaciones” que consideres apropiadas. Un clásico es gritar insultos a Brad Majors, el personaje que interpreta Barry Bostwick.
Cuarto: No te limites en tu disfraz y jamás critiques o te burles del de los demás aficionados, mucho menos armes una escena de celos sólo porque alguien más va disfrazado igual que tú.
Quinto: Ante todo se deben respetar y cuidar las instalaciones del cine para que las funciones continúen.
* Tomado de "El fenómeno teatral de The Rocky Horror Picture Show"
jueves, 25 de febrero de 2010
MI HERMANO EL SIETE (Nilton Cárdenas Loardo)
"... y que me perdonen mis otros carnales, pero este era mi mero mero carnal..."
German Valdez "Tin Tan"
Hay quienes dicen que las casualidades no existen, que todo es parte de un plan elaborado por una fuerza mayor y que somos, como dice la canción, “juguetes del destino”. Y aunque seguramente nunca lo sabremos con certeza, muchas veces no podemos más que mostrar nuestra perplejidad ante ciertas circunstancias, que para algunos serán coincidencias; y para otros, la prueba irrefutable de que todos tenemos un destino.
Lo que ha despertado mi perplejidad en esta ocasión es un texto que acabo de leer en la red y del que copio este fragmento:
“El siete es el que todo lo comprende y todo lo contiene. Es la figura protectora, el que lleva en sí mismo fuerzas diferentes que nunca llegarán a enfrentarse, para proporcionar protección y seguridad. Jamás, en ninguna circunstancia será posible encontrar el punto débil de este tipo de personalidad. Los 7 no soportan a los débiles, temerosos de enfrentarse a las luchas, valoran mucho la valentía. Podrán ofrecer ayuda a quien lucha y es vencido, pero nunca harán lo mismo con aquel que se entrega sin luchar.
La personalidad 7 es en general bondadosa, llena de nobles sentimientos. Son dueños de una gran capacidad de reflexión, posesión que les permite actuar generalmente con sensatez y sentido común. Posee además un excelente sentido de adaptación, de manera que no es para él muy difícil adaptarse a los imprevistos y nuevas situaciones que se le presenten.
Suele decirse que los 7 son necios; son personas inteligentes, pero muy poco flexibles, ellos suponen que cambiar los propios puntos de vista denota falta de personalidad. Lo terrible es que consideran que ser terco es distintivo de una personalidad fuerte. No importa el grado de cultura que el individuo posea, él siempre creerá que defender un punto de vista a cualquier precio es ser coherente consigo mismo.”
Desconozco por completo todo lo relacionado con la numerología, sus orígenes o sus propósitos. Pero al leer este texto, no pude evitar la sensación de estar leyendo una descripción de mi amigo “Siete”.
Nadie sabe con certeza el origen de su apelativo. Lo más probable es que en el colegio algún profesor le hiciera una pregunta cuya respuesta era “siete”, y él haya respondido con un extraño seseo, algo parecido a: “shete”. Desde ese día, el nombre con el que fue bautizado por sus padres pasó a ser un dato anecdótico, un nombre que escribía en la etiqueta de sus cuadernos porque así figuraba en los registros, pero nada más, porque él era “el Shete”. Así lo conocí en la secundaria y así lo llamé hasta hace poco, cuando me confesó, entre copas, que no le gustaba que lo siguiera llamando “Shete”. Decidí, entonces, bautizarlo por tercera vez, le quité el extraño seseo a su apelativo y le devolví –creo- la dignidad: “Siete”.
El año pasado, en un pequeño reencuentro de amigos del colegio, “el Sucio” intentaba recordar cuánto tiempo hacía que nos conocíamos, la respuesta nos sorprendió a todos: nos conocíamos alrededor de 15 años, es decir, más de la mitad de nuestras vidas.
Creo no haber sido el único en recordar a Carlos Gardel cantando: “Sentir... que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra. Vivir... con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez...”. Y creo, también, que en ese momento nuestra amistad se nos hizo más entrañable y más sólida. Fue como si nos diéramos cuenta de que si habíamos sido amigos tanto tiempo, entonces íbamos a ser amigos toda la vida.
Y, mientras “El Sucio” proponía establecer ese día (que además era cumpleaños del “Herbi”) como el día en que cada año habríamos de volver -de a donde quiera que nos hubieren llevado nuestros respectivos destinos- para reunirnos y tomar unas copas, se me vino a la mente un pasaje de Alfredo Bryce: “En el fondo era como si todos estuviesen presintiendo o hasta descubriendo que, así como el amor es ciego, la amistad es entender hasta lo que uno no entiende de sus amigos y perdonarles absolutamente todo, aunque joda."
Ese mismo día, entre brindis y brindis, recordé al “Siete” –y fue como si lo estuviera viendo- el día en que yo no tenía el material que había pedido el profesor de electricidad y el “Siete” se desprendió de la mitad de lo que tenía para dármelo; lo recordé cogiendo un pequeño pedazo de plástico para cubrirse de la lluvia y correr –junto con “Gaybriel”- a rescatar la pachamanca que se inundaba en el horno de mi casa (“La personalidad 7 es en general bondadosa, llena de nobles sentimientos”); lo recordé interviniendo con denuedo en una golpiza que cuatro o cinco tipos le daban a un sujeto que ya había caído al suelo (“Es la figura protectora, el que lleva en sí mismo fuerzas diferentes que nunca llegarán a enfrentarse, para proporcionar protección y seguridad. Jamás, en ninguna circunstancia será posible encontrar el punto débil de este tipo de personalidad”).
No lo recordé, porque yo no estuve con él, pero me lo contó él mismo y por eso no digo que lo recordé sino que “lo imaginé” –y también fue como si lo estuviera viendo- a medianoche, tirado en una zanja, golpeado y medio inconsciente, con la llovizna y las lágrimas lavándole las heridas que le había dejado haber peleado hasta el límite de sus fuerzas por una mujer (“No importa el grado de cultura que el individuo posea, él siempre creerá que defender un punto de vista a cualquier precio es ser coherente consigo mismo”); lo imaginé tendido en el suelo, en una de sus primeras borracheras, con uno de los dientes delanteros partido en dos, sin sentir dolor por lo borracho que estaba, y lo recordé entrando, varios días después, sonriente y seguro, al salón de clases, iluminándonos con el reflejo de su flamante diente de oro (“Posee además un excelente sentido de adaptación, de manera que no es para él muy difícil adaptarse a los imprevistos y nuevas situaciones que se le presenten”).
Quince años son mucho tiempo para alguien que no ha cumplido todavía treinta, “edad en la que ya es imposible morir joven” (según dice Javier Marías). Y ahora que el “Siete” está a escasos días de ser padre, recuerdo todas las veces en que, por vivir en el mismo barrio y habernos gastado los pasajes en la última cerveza, nos íbamos caminando juntos, yo tambaleante y él con paso firme, y pienso en que es una buena metáfora de nuestra amistad: el camino compartido, las encrucijadas que nos separaban, nuestra desmañada búsqueda de sentido.
Y pienso en que va a ser un excelente padre, en que me siento orgulloso de que seamos amigos y en que ojalá nuestro destino sea seguir siéndolo siempre.
jueves, 11 de febrero de 2010
MURDOCK Y KELLY: SALVADOS -ACCIDENTALMENTE- POR EL AMOR (Huicho Ninamango Pimentel)
Si hay algún rasgo que comparten los cuatro variopintos miembros de “Los Magníficos” (The A-Team) es, sin duda, la impostura. Impostura a la que se ven obligados a recurrir para escapar de la implacable persecución de la que son víctimas. Pero, sobretodo, para terminar con éxito los trabajos en los que son requeridos.
El caso más paradigmático es, sin duda, el del teniente Templeton Peck (“Fas”), al que vemos adoptando en cada capítulo una (a veces varias) identidad distinta que, aunada a su talento natural para la estafa, hacen de él un perfecto timador. “Fas” vive del engaño, de la representación, del fingimiento, es decir, de la impostura. Nunca es él mismo sino cuando está a solas o con los demás miembros del equipo. El resto del tiempo si no está representando un papel para obtener algo de alguien (inspector de sanidad, agente de seguros, vendedor, etc.), está intentando seducir a alguna mujer con sus modales refinados y sus aires de hombre de mundo.
A diferencia del coronel Jhon Smith (“Aníbal”), la impostura de “Fas” es más verbal que física, engaña y persuade con su elocuencia y su seguridad. La impostura de “Aníbal”, en cambio, tiene dos aspectos, el primero es su insuperable talento para el disfraz. Mientras que Peck no necesita ocultar su físico –al contrario, le conviene mostrarlo y explotarlo- “Aníbal” oculta su rostro y su figura tras delirantes disfraces (una anciana, un bodeguero chino, un indigente ebrio, etc.) que lo vuelven indetectable. El objetivo de “Aníbal” no es obtener algo de alguien, sino todo lo contrario, pasar desapercibido, camuflarse camaleónicamente para observar sin ser observado, aquilatar la astucia del oponente, anticipar sus movimientos y así elaborar un plan, que es el segundo aspecto de su impostura. Este otro aspecto es más sofisticado y se manifiesta en sus ingeniosas trampas y estratagemas que desconciertan al enemigo. “Aníbal” engaña, provoca, tiende emboscadas, lleva a sus adversarios hasta donde quiere y, finalmente, los vence.
Por su parte, el sargento Mario Barackus (B. A. Barackus, en la versión original en inglés) es quizás el personaje menos complejo de los cuatro. Su labor y su significado para el grupo se limitan al impresionante físico del moreno. Encarna la fuerza bruta y, por eso, no puede ser sutil ni sofisticado. Su impostura se manifiesta precisamente en eso, en encarnar al tipo rudo, matonesco, peligroso, con el que nadie desearía tener un desaguisado. Cuando la pelea es inminente, vemos aparecer a Mario en escena, su presencia es disuasiva, amenazadora, atemorizante; no dice nada, no tiene que hacerlo, su mirada hosca y su figura hercúlea se imponen en la escena y los chicos malos lo piensan dos veces antes de iniciar el pleito. Pero que esta es una impostura y no el verdadero Mario Barackus lo sabemos por la empatía y generosidad que muestra con los niños. Barackus es él mismo únicamente cuando hay algún niño involucrado en la misión, entonces se deja llevar por la ternura, abandona su papel de ogro y se muestra vulnerable y sensible.
Pero, entre todos, el personaje más entrañable y de imposturas más memorables es, de lejos, el capitán H. M. Murdock. A diferencia de “Aníbal”, los disfraces de Murdock no buscan camuflarlo ni hacerlo pasar desapercibido, tampoco busca obtener algo de alguien como “Fas”, ni mucho menos disuadir o impresionar como Barackus. La impostura de Murdock es solo para él mismo y tal vez por eso sea inexacto llamarla impostura. Porque a diferencia de sus compañeros, Murdock no interpreta ningún papel, no es consciente de estar simulando o actuando para alguien, Murdock vive realmente lo que proyecta: Murdock es el “Llanero Solitario” cuando debe salvar a unos caballos salvajes, es el “Oso Fumarola” cuando le toca ayudar a los bomberos, es “El Caballero del Camino” cuando lo requieren para rescatar una empresa de taxis. Murdock nunca es él mismo, siempre es alguien más.
Aún cuando podría argüirse que la esencia de Murdock es, precisamente, su falta de esencia, esa capacidad para ser alguien más; considero que la única ocasión en que vemos al verdadero Murdock, sin “imposturas”, es cuando conoce –accidentalmente- a la doctora Kelly Stevens y se enamora de ella. Sólo entonces Murdock deja de ser alguien más y es, por fin, él mismo.
Con su amor, Kelly regresa a Murdock a su centro perdido, lo salva de caer en la impostura infinita, de extraviarse a sí mismo, de desaparecer en el fingimiento y el engaño que lo rodean. Pareciera decirle, como el poeta español Pedro Salinas: “Quítate ya los trajes, las señas, los retratos; yo no te quiero así, disfrazado de otro, hijo siempre de algo. Te quiero puro, libre, irreductible: tú”.
"Come on, come on. Turn a little faster. Come on, come on. The world will follow after. Come on, come on. Cause everybody's after love."
JORGE DREXLER CANTA JUNTO A "UNA DE LAS MUJERES MÁS HERMOSAS DEL MUNDO" (DREXLER DIXIT)
Concierto que ofreciera Jorge Drexler en el Coliseo Polideportivo de la Pontificia Universidad Católica del Perú, el 15 de mayo de 2009.
"LA TETA ASUSTADA": ENTRE LA ÉTICA Y LA FICCIÓN (Pancho Vilchez Mariátegui)*
Con su nominación al Oscar, el debate entorno a “La teta asustada” de Claudia Llosa ha vuelto a alborotar el cotarro. Acusada –una vez más- de ridiculizar la idiosincrasia andina (se la acusó de lo mismo luego del estreno de “Madeinusa”), Claudia Llosa se vio obligada a declarar recientemente: "Una vez que tú pones una cámara delante de algo, esa realidad se transforma, se convierte en algo nuevo. No se pretende retratar la realidad, es una ficción". Aunque lleva mucha razón al separar la realidad de la ficción, hay que señalar que eso no es lo que está en discusión.Recordemos que desde los primeros intentos de Aristóteles por explicar la ficción con sus nociones de “mimesis” y “verosimilitud”, hasta los recientes (ni tanto) “actos de habla” y “actos ilocutivos” del estadounidense Jhon Searle, la filosofía del lenguaje ha avanzado muchísimo en su comprensión de la ficción. Hoy, muchos filósofos del lenguaje -como Searle- consideran que los enunciados de la ficción no remiten a un mundo pre-existente, sino que crean uno en el mismo instante en que lo nombran (Macondo, Lilliput, pero también el Dublín del “Ulises”, etc.). Así, los lugares y entes ficcionales tienen existencia propia, existen en un mundo imaginario cerrado, paralelo al mal llamado mundo “real”. Y si queremos limitarnos al aspecto artístico de tal o cual obra de arte, mal haríamos si intentáramos restarle méritos al hacer una crítica del tipo: “eso no sucedió así” o “tal lugar no es así” porque los mundos ficcionales no recrean un mundo, lo inventan.
Una crítica del tipo “eso no sucedió así”, aunque válida, escapa al ámbito de la obra de arte. Nadie podría argumentar en contra del valor artístico de “Bastardos sin gloria” porque
Lo mismo debiera hacerse con la película protagonizada por Magaly Solier, muchas críticas a la película empantanan la discusión y no llevan a ningún sitio al mezclar distintos tipos de acercamiento. Los buenos críticos de cine no descalificaron a la directora ni le restaron méritos por su visión occidentalizada y liberal (como bien señala el crítico Emilio Bustamante) pues es parte de su libertad creativa.
Aunque está claro que “La teta asutada” es una ficción, está clara también la mirada sardónica con que se presentan la vida y las costumbres de algunos personajes de la película: los planos abiertos con la cámara fija, la mirada distante, fría, ponen al espectador en la posición de un entomólogo que contempla, risueño, una escena estrafalaria. Es innegable y, de hecho, Claudia Llosa no lo niega cuando dice que su película “no pretende retratar la realidad, es una ficción”. Pareciera decir: “sí, lo hice, pero en la ficción”.
La pregunta es obvia: ¿es esto “malo”?: Limitándonos al aspecto artístico de la película y teniendo en cuenta su escritura y su estilo, yo creo que no. Pero hay quien se pregunta si esto es malo para la imagen del país en el extranjero o para el imaginario de una nación que todavía lucha por acabar con la dicotomía costa vs. sierra (sobretodo si tenemos en cuenta que se trata de una película de corte realista [tanto, que la directora ha dedicado su Oso de Oro a las víctimas del terrorismo]).
Este debate –si se da- debe darse en el farragoso ámbito de la ética, sin restarle méritos artísticos a la película y sin escudarse en la impunidad de la ficción.
Quizás convendría terminar recordando a David W. Griffith y su monumental “El nacimiento de una nación”, película tan racista como genial. Su condenable racismo, sin embargo, no le quita ningún mérito artístico y esta película sigue siendo uno de los hitos más importantes en la historia del séptimo arte. Como seguramente lo será “La teta asutada” para el cinenacional.
* Publicado en: Suplemento Cultural "Solo 4". Huancayo, 27 de febrero de 2010.
