lunes, 21 de abril de 2008

PENDEJADA A LA HUANCAINA (Rodrigo Arauco Segoviano)


Hace ya varias semanas, luego de cumplir con su amenaza de dejar a la ciudad del Cusco fuera de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico), más de un político huancaíno con mucha ingenuidad (vamos a asumir que fue ingenuidad y no calculado cinismo), pretendía que fuese Huancayo la nueva sede de la cumbre. Imaginamos que sinceras y efusivas debieron haber sido las carcajadas de los organizadores al oír semejante noticia.
Lo único que consiguió tan delirante propuesta fue poner de manifiesto las enormes carencias de nuestra ciudad (no tenemos aeropuerto, ni hoteles o restaurantes de primer orden, etc.). A todas ellas debemos agregar una, quizá la más inverosímil: Huancayo es una ciudad sin cines.
Vivimos sin cines (a excepción de los cines para adultos, que se mantienen gracias a la envidiable fidelidad de sus seguidores) desde hace algunos años. Y esto se debe a muchas razones, que exceden en mucho el breve espacio de este texto, por lo que en esta oportunidad nos ocuparemos de una de ellas, la que hemos dado en llamar “pendejada”.
Según el teórico cultural Juan Carlos Ubillúz “el ejemplo proverbial de la pendejada es el chofer de combi que se introduce abruptamente en el camino de otra combi y luego frena para recoger a un pasajero a la mitad de un cuadra, sin importarle el poner en riesgo la vida de los pasajeros de ambos vehículos” (en su libro “Nuevos súbditos”). Para diferenciarla de la llamada “criollada”, Ubillúz propone algunas discrepancias entre éstas. Una de las características que diferenciarían la criollada de la pendejada es que esta última se hace desde “la posición del amo”, a diferencia de la criollada, que se haría desde “la posición del esclavo astuto”.
Claros Ejemplos
¿Qué tiene que ver todo esto con nuestra ciudad sin cines? Pues mucho. Para poner un claro ejemplo: de un tiempo a esta parte más de un canal de señal UHF transmite en nuestra ciudad material pirata.
Si bien el mismo Juan Carlos Ubillúz señala que “si se eliminase la piratería y la informalidad en general, el sistema formal no podría acoger a los ex informales y el país se vería atravesado por una gran convulsión social”. Debemos hacer aquí una salvedad conceptual (con el perdón del señor Ubillúz): dividamos en dos a los piratas, de un lado están los piratas que se ven obligados a robar propiedad intelectual para poder sobrevivir en un mundo globalizado y neoliberal que no les deja otra opción (lo que podría encajar en la llamada “criollada”, en la medida en que es una actitud del “esclavo astuto”) y de otro lado están los piratas que han hecho del robo intelectual una forma de vida que va más allá de la simple supervivencia, que tiene que ver más bien con la ambición desmedida de personas inescrupulosas y su deseo de ascender socialmente a costa del trabajo de otros.
Es importante recordar que este tipo de actitud ha estado presente a lo largo de casi toda la historia del Perú, y la respuesta a la pregunta que se hiciera Zavalita en “Conversación en La Catedral”: “¿En qué momento se jodió el Perú?” podría ser más desalentadora de lo que muchos imaginamos. De hecho, esta pregunta hizo que, hace varios años, el editor Carlos Milla Batres (que en paz descanse) entrevistara a un destacado grupo de intelectuales para que la respondieran en un libro compilado por él mismo, que titula: “¿En qué momento se jodió el Perú?”. Resulta interesante recordar la respuesta que diera el arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras. Según sostiene él, el Perú se habría jodido durante la colonia, cuando se intenta imponer una razón colonial (su texto se titula precisamente “Esbozo de una crítica de la razón colonial”) al incanato, una razón que partía del rey de España y que estaba en total desconexión con la realidad del mundo andino. Surgió entonces la famosa frase “la ley se acata pero no se cumple”. Las disposiciones reales estaban tan fuera de lugar que las autoridades locales las acataban pero no las ponían en práctica (muchas veces era inviable llevarlas a cabo). Lo que llevaba a las autoridades (y esto repercutía en la población en general) a vivir al margen de la ley o por encima de esta (a semejante conclusión llega el científico político Julio Cotler en su libro “Clases, Estado y nación”). De ahí que Lumbreras concluya que “Podría decirse que en el siglo XVI comenzó a descomponerse el Perú. Pero esta fecha es sólo el inicio de una cadena que llega hasta nuestros días”.
¿Qué actitud tomar frente a esta realidad? Según Juan Carlos Ubillúz, podríamos optar por el cinismo y seguir con las cosas como están o podríamos intentar salir del círculo que divide a la gente entre “pendejos” y “lornas” y tratar de retomar la senda perdida de la justicia y la legalidad.
No permitamos que la piratería televisada sea un eslabón más en la cadena de ilegalidad y corrupción. No sólo porque estamos alentando la “pendejada”, el robo, el atropello de los derechos (que podrían ser los nuestros) sino que, para colmo de males, la piratería que se transmite es de bajísima calidad. Este tipo de piratería no sólo atenta contra la propiedad intelectual, sino también contra el mismo cine y lo que tiene de artístico. Destroza las películas y las vuelve simples productos informativos, de entretenimiento vano, despojándolas de todo atisbo artístico. ¿Cómo vamos a volver a tener cines si se acostumbra a las nuevas generaciones a ver escombros de películas, mutiladas y dobladas a un español peninsular insoportable? ¿Cómo crear una cultura cinematográfica en estas condiciones?
Desde aquí invoco a todos los cinéfilos (¡cinéfilos de Huancayo, uníos!) a rechazar la piratería televisada (para empezar) y a proseguir con esa importante labor iniciada por algunas instituciones, que permanentemente organizan cine forums o talleres de apreciación cinematográfica. Apoyemos este tipo de eventos, son el primer paso de un camino hacia una ciudad con cines, pero también con orden, justicia y legalidad.

LA LITERATURA Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS (Rodrigo Arauco Segoviano)


“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” (Lucas 24, 5). Esta es, quizás, la frase más estremecedora que cualquier católico puede oír. Es el inicio de todo, el pilar sobre el que se sostiene nuestra fe.
La oímos durante esta época del año, en que recordamos la pasión y muerte de Cristo en la llamada Semana Santa, o simplemente al leer la Biblia. Pero ¿está reservado este placer únicamente a los católicos? Yo creo que no, pues aún si la Biblia se leyese como un texto literario podría conmover al lector “más ateo” de todos, basta con que tenga un poco de sensibilidad.
Para ceñirnos a los pasajes de la vida de Cristo que recordamos en estos días limitémonos a dos que se refieren a su pasión. Empecemos recordando su entrada triunfal a Jerusalén.
Jesús ingresa a la ciudad montado en un burro “y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas! (Mateo 21, 8-9). ¿Por qué tanto alboroto? ¿Por qué Jesús llega a decir que si la multitud se callara las piedras gritarían (Lucas 19,40)?
Recordemos que estamos leyendo la Biblia como un texto literario, así que ciñámonos al texto para responder a esta pregunta. Para esto, volvamos al Antiguo Testamento y nos encontraremos con que el profeta Zacarías había anunciado: “Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zacarías 9,9).
A la entrada de Jerusalén, Jesús pidió a sus discípulos un burro para entrar montado en él y cumplir así la profecía, sólo así se explica que el pueblo oprimido durante tanto tiempo por el invencible imperio romano enloqueciera al ver entrar al hijo del carpintero. Era él al que tanto habían esperado, el Mesías que los salvaría, y entraba de manera tan humilde que Pablo escribirá más adelante: “lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”. (1 Corintios 1,27-28).
Por una cuestión de espacio terminaré aquí para pasar a mencionar un caso más: la negación de Pedro. Ya Cristo había anunciado que Pedro lo habría de negar antes de que cante el gallo (Mateo 26, 34), ¿por qué entonces fue Pedro el que es elegido como la “piedra” sobre la que se fundará la iglesia? ¿Porque le dijo a Jesús que era el hijo de Dios? (Mateo 16, 13-17). Creo que en parte sí, y digo en parte porque debemos tener en cuenta el siguiente pasaje: una vez resucitado Jesús, se les aparece a los apóstoles, cena con ellos y le dice a Pedro: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió Simón Pedro: Sí Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos” (Juan 21,15) Esta pregunta la repetirá Jesús tres veces (la misma cantidad de veces que Pedro lo negó), esto nos dice mucho: Pedro es el elegido no por ser el mejor de los discípulos, el más valiente o el más inteligente, Cristo sabía que Pedro lo negaría, sabía que se acobardaría, aún así lo eligió, porque fue Pedro el que amó más.
He escogido dos pasajes relativos a estas fechas, la Biblia está llena de ellos y podría seguir interminablemente. Y he intentado limitarme a los simbolismos que contiene el “argumento” del Evangelio, que he intentado leer como si fuera un único libro, no he mencionado para nada la variedad de registros que tiene o sus múltiples estilos, técnicas, etc. que hacen de este libro el “libro de libros”. Estos pasajes me estremecen como lector y, como creyente, me llenan de devoción y esperanza.

ROMEO Y JULIETA SÍ ERAN DE ESTE PLANETA (Rodrigo Arauco Segoviano)*


La idea es esta: Romeo y Julieta eran los amantes perfectos, de no haber sido por la ancestral enemistad entre los Montesco y los Capuleto, ellos habrían vivido felices para siempre.
Al menos es lo que podríamos deducir de la canción “Romeo y Julieta (no eran de este planeta)”, del grupo español “Jarabe de Palo”. Pero ¿es realmente ésta la idea subyacente en el drama de William Shakespeare?
Según publica Gonzalo Portocarrero en su blog personal, el amor como ideal que embellece la vida, es un guión gestado en la Atenas del siglo V a. C., como un intento de llenar el vacío entre lo real de la atracción física y un instinto que lo regule. ¿Es acaso la obra más conocida de Shakespeare una adaptación más de este guión?
Personalmente creo que no. Si los señores Capuleto hubieran tenido la frialdad y la lucidez para pensar mejor las cosas, sin duda habrían permitido a su coqueta hija flirtear con el caprichoso y enamoradizo Romeo, ambos adolescentes habrían terminado por aburrirse uno del otro y no habría tragedia.
La anécdota que inspiró al cantautor español Joaquín Sabina a escribir su canción “Pájaros de Portugal” podría ilustrar bien mi punto: dos adolescentes portugueses, cansados de las recriminaciones de sus padres, deciden huir juntos. Luego de algunos días desaparecidos, mientras todo el país los buscaba y sus fotografías aparecían en periódicos y revistas, los enamorados llegaban al mar por primera vez y, al verlo, se decepcionaban terriblemente: les había parecido más bonito cuando lo vieron por televisión. Poco después peleaban por una tontería, cada uno se iba por su lado y del primer teléfono que encontraban llamaban a sus padres a pedir que los recojan. El llanto de los padres fue de felicidad, no hubo sangre, ni suicidios, ni curita alcahuete.
Es bien sabido que los obstáculos no hacen más que avivar una relación amorosa, cuantas más barreras se presenten en el camino de los enamorados, más grande y más hermosa parecerá ante sus ojos, su amor se volverá un “amor imposible” por el que lucharán cada vez con más fuerza y obstinación.
Volviendo a Shakespeare, convendría leerlo teniendo presente una de las más famosas máximas lacanianas: “no hay relación sexual”. Tal como se han preocupado por aclarar los psicoanalistas lacanianos, Lacan no quiere decir con esto que no haya relaciones sexuales, sino que no hay armonía o plenitud en las relaciones entre los sexos. El descubrimiento de la falta de armonía es postergada continuamente en “Romeo y Julieta”, están juntos apenas unos momentos en los cuatro días que dura su romance, incluso cuando fray Lorenzo los une en matrimonio Romeo debe huir pues ha sido desterrado por la muerte de Teobaldo, la separación no hará más que avivar las llamas de su amor. Al no constatar la falta de armonía, cada uno de los amantes depositará en el otro todas sus fantasías (la “cristalización” de la que habla Stendhal en su tratado “Del amor”) y es en nombre de esas fantasías que Romeo beberá el veneno al ver el que supone es el cadáver de Julieta. Al despertar Julieta también se inmolará en nombre de sus fantasías.
Romeo y Julieta no son los amantes perfectos porque nunca tuvieron la oportunidad de estar realmente juntos, de haberlo estado, quizás habrían terminado como los adolescentes portugueses que inspiraron a Sabina: “se veía más bonito en la tele”. Nunca lo sabremos.
Sea como fuere, démosle a Shakespeare el lugar que se merece, no trivialicemos una de sus obras maestras con lecturas simplistas que se dejan llevar por lugares comunes, burdos repetidos por personas que nunca leyeron una línea del autor inglés.


*Publicado originalmente en: Suplemento Cultural "Solo 4". Huancayo, 9 de febrero de 2008.

T.S. ELIOT, SIEMPRE A LA VANGUARDIA (Rodrigo Arauco Segoviano)*


Según los historiadores literarios, los lectores de poesía empezaron a disminuir en las primeras décadas del siglo XX. Empezaba a surgir entonces la vanguardia literaria, un movimiento que pretendía renovar el arte buscando romper los cánones establecidos a través del uso de nuevas formas de expresión, de ahí la proliferación de “ismos”: creacionismo, cubismo, dadaísmo, futurismo, surrealismo, ultraismo, etc.
La literatura, y más específicamente la poesía, se volverá tan experimental que el lector promedio la considerará incomprensible. Pensemos en lo que debe haber sentido el lector peruano que pasó de leer: “Indio que asomas a la puerta / de esa tu rústica mansión: / ¿Para mi sed no tienes agua?” de José Santos Chocano a “Tiempo Tiempo. / Mediodía estancado entre relentes. / Bomba aburrida del cuartel achica / tiempo tiempo tiempo tiempo” de César Vallejo.
En lengua inglesa, la vanguardia fue liderada por el poeta norteamericano Ezra Pound, quien consideraba a “La tierra baldía” de T. S. Eliot. La justificación del movimiento vanguardista anglonorteamericano.
Hace cuarenta y dos años, el cuatro de enero de 1965, víctima de una afección pulmonar, fallecía en Londres el poeta anglo-norteamericano Thomas Stearns Eliot. Sus funerales se realizaron en la célebre abadía de Westminster, hasta donde llegó su gran amigo Ezra Pound para decir “sólo puedo repetir con la misma urgencia desde hace cincuenta años: LEEDLE”.
Moría así el poeta que en 1914, a sus 26 años viajaba a Londres a proseguir su formación filosófica sin saber que ahí conocería a Pound, figura fundamental de la vanguardia poética en lengua inglesa, y que éste le cambiaría la vida.
Poco tiempo después de conocer a Pound, Eliot comunicaba a su familia en EE.UU. su decisión de no regresar, de quedarse en Londres para ser poeta y su reciente matrimonio con una mujer que acababa de conocer.
Escandalizada por el repentino cambio en la vida del tranquilo profesor de filosofía de Harvard. Su familia decidía retirarle todo su apoyo moral y económico.
Comenzaba, entonces, la etapa más difícil en la vida de Eliot. A los problemas maritales que no tardaron en surgir, se le suma la extenuante rutina que seguía para poder sobrevivir: de día trabajaba como profesor de francés, matemáticas, historia, geografía, dibujo y natación; y de noche como crítico literario, poeta y conferenciante.
El 7 de enero de 1919, Henry Ware Eliot, padre del poeta, fallecía convencido de que su hijo había estropeado su vida. Tal vez por esta razón, muchos años después, cuando Eliot había conseguido su consagración oficial no sólo como poeta, sino también como ensayista y crítico literario, y a pesar de que muchos de sus lectores lo consideraban ya el mayor poeta vivo en lengua inglesa. Eliot dudaba de su talento, desconfiaba de sus libros publicados y tenía miedo de no poder volver a escribir.
Estos temores desaparecerán cuando, en 1948, reciba el Premio Nobel de Literatura, y algunos años después se case en segundas nupcias con Valerie Fletcher, que será su compañera y secretaria hasta el día de su muerte. En cuya compañía habría de vivir lo que sus biógrafos coinciden en llamar “los años más felices de su vida”
El filósofo español José Ortega y Gasset, creía que hay dos tipos de lectura, una horizontal, en la que el lector se desliza sobre la superficie del texto y otra vertical, en la que el lector se sumerge en sus profundidades. La obra de Eliot es una invitación a la lectura vertical de uno de los poetas más profundos de todos los tiempos: LEAMOSLE.
Publicado originalmente en: Suplemento Cultural "Mixtura". Huancayo, 5 de enero de 2008