sábado, 25 de octubre de 2008

BAJO LA CLARA SOMBRA DE OCTAVIO PAZ (Rodrigo Arauco Segoviano)*

Piedra de Sol (fragmento)
—¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,
¿cuándo somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío,
muecas en el espejo, horror y vómito, nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, todos somos
la vida –pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos-,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos,

“El goce está prohibido para el ser hablante como tal” nos dice el psicoanalista francés Jacques Lacan. Quiere decir con esto que el lenguaje, al duplicar la realidad, nos aleja de ella: vivimos sumidos en un mundo simbólico -hecho de signos- que, al alejarnos de la realidad, nos priva del goce verdadero.
El abismo que media entre el lenguaje y la realidad ya había sido señalado por el filósofo alemán Frederich Nietzsche, y a esta discusión no fue ajeno el poeta Octavio Paz quien, sin embargo, manifiesta una fe en el lenguaje, pero no en el lenguaje coloquial, sino en el lenguaje poético, nos dice, por ejemplo: “Gracias a la poesía el lenguaje reconquista su estado original”.
Debemos subrayar que Paz creía que el trabajo crítico era inseparable del trabajo poético, por esta razón, para entender este fragmento de “Piedra de sol”, debemos retrotraernos a su trabajo crítico (especialmente al ensayo dedicado al lenguaje en su libro “El arco y la lira”) y a una de sus influencias más marcadas: el Romanticismo y, más específicamente, a los resabios platónicos de este movimiento.
Recordemos que para Platón existían dos tipos de realidades, la realidad que nosotros percibimos, la de las apariencias, y otra realidad más trascendente, la de las ideas o formas perfectas, de la que la realidad que nosotros percibimos sólo sería un reflejo. Los poetas románticos comparten esta idea y sostienen que el lenguaje poético es un mediador entre estas dos realidades: la realidad del hombre, imperfecta, y la realidad de las ideas, perfecta y absoluta.
Pero sostendrán también que la poesía no es la única forma de acercarse a esta realidad perfecta. Existe otra, tal vez más accesible: “el amor”, el instante de la culminación amorosa que nos extrae de la realidad de las apariencias (de los signos) y nos acerca al absoluto, en donde se pierde la identidad individual para ingresar a la totalidad del cosmos.
A pesar de ser un poeta eminentemente vanguardista, Paz heredará esta visión romántica del lenguaje poético y del amor. Pero partirá del presupuesto de la soledad. Dirá, por ejemplo: “La soledad es el fondo último de la condición humana. El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro”. Sin embargo, en la soledad no somos “sino vértigo y vacío, / muecas en el espejo, horror y vómito”; de ahí que sea necesario buscar al otro para encontrar la armonía
Sólo así se entiende el extenso poema “Piedra de sol” que es la búsqueda del otro (de la amada) para poder ser, ser de manera plena. Por eso dice: “salir de mí, buscarme entre los otros, / los otros que no son si yo no existo, / los otros que me dan plena existencia”.
El amor y la poesía, dos formas de alcanzar una vida más verdadera, más plena, y que sólo puede ser interrumpida por la aparición de la muerte, pero ese –la aparición de la muerte- ya es otro tema.

*Publicado originalmente en: "Casa Tomada" Huancayo, octubre de 2008.

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