
Poema XV
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza :
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Como convención literaria el amor cortés surge en el sur de Francia durante la Edad Media y de ahí se extiende por Europa. Quizás el caso más conocido que haya llegado hasta nosotros sea el amor puro y noble que mantuvo don Quijote de la Mancha hacia Dulcinea del Toboso.
El ejemplo no podría ser más claro: don Quijote jamás mantiene algún tipo de contacto con Dulcinea, de hecho, Aldonza Lorenzo -la labriega rebautizada como ‘Dulcinea del Toboso’- es apenas un recuerdo vago en la confundida mente del héroe manchego. A partir de ese recuerdo vago don Quijote se construirá la imagen de una mujer tan perfecta que valdría la pena dejar la vida en el campo de batalla por ella.
Todos recordaremos ese hermoso pasaje, ya casi al final del libro, en que nuestro héroe pierde el duelo con el “Caballero de la Blanca Luna” y tiene que elegir entre aceptar que Dulcinea del Toboso no es la mujer más hermosa del mundo o morir a manos del caballero vencedor. Tirado en el suelo y con la lanza enemiga blandiéndose sobre su cuello, don Quijote dice con una entereza conmovedora: “Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra”.
Sin duda, don Quijote no tenía otra opción más que aceptar la muerte antes que decir que Dulcinea no es la mujer más hermosa del mundo, pues Dulcinea es una fantasía creada por él mismo, fantasía que fue posible gracias a la ausencia de Aldonza Lorenzo. Por definición, el amor cortés no puede llegar a concretarse, es indispensable la distancia, la ausencia.
Es el mismo mecanismo que pone en acción el yo poético en el “Poema XV”: necesita del silencio de la amada para poder idealizarla a su propia medida, esta es la razón por la que dice: “emerges de las cosas, llena del alma mía”, porque ante el silencio de la amada el poeta proyecta sobre ella su propia alma, ya que ella parece no tenerla: “Distante y dolorosa como si hubieras muerto”, el silencio de la amada es tal que llega a parecer un silencio de muerte, entonces: “una palabra” o “una sonrisa bastan”, apenas lo suficiente para confirmar que la amada no está muerta, para que el poeta tenga la seguridad de que se trata de un ser vivo, existente, y poder así continuar con su juego de idealización.
“La Mujer no existe”, nos dice el psicoanalista francés Jacques Lacan. Nos quiere decir con esto que “la Mujer” perfecta, capaz de completar al varón de manera armoniosa no existe, por esta razón apareció el amor cortés, una forma de postergar siempre el encuentro con la amada para que éste nunca se produzca y el trovador viva con la esperanza de su idealización. Este es el tópico del que parte el yo poético del “Poema XV”; pidiéndole a la amada, tácitamente, que guarde silencio y lo deje soñar con Dulcineas del Toboso.
*Publicado originalmente en: "Casa Tomada". Huancayo, octubre de 2008.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza :
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Como convención literaria el amor cortés surge en el sur de Francia durante la Edad Media y de ahí se extiende por Europa. Quizás el caso más conocido que haya llegado hasta nosotros sea el amor puro y noble que mantuvo don Quijote de la Mancha hacia Dulcinea del Toboso.
El ejemplo no podría ser más claro: don Quijote jamás mantiene algún tipo de contacto con Dulcinea, de hecho, Aldonza Lorenzo -la labriega rebautizada como ‘Dulcinea del Toboso’- es apenas un recuerdo vago en la confundida mente del héroe manchego. A partir de ese recuerdo vago don Quijote se construirá la imagen de una mujer tan perfecta que valdría la pena dejar la vida en el campo de batalla por ella.
Todos recordaremos ese hermoso pasaje, ya casi al final del libro, en que nuestro héroe pierde el duelo con el “Caballero de la Blanca Luna” y tiene que elegir entre aceptar que Dulcinea del Toboso no es la mujer más hermosa del mundo o morir a manos del caballero vencedor. Tirado en el suelo y con la lanza enemiga blandiéndose sobre su cuello, don Quijote dice con una entereza conmovedora: “Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra”.
Sin duda, don Quijote no tenía otra opción más que aceptar la muerte antes que decir que Dulcinea no es la mujer más hermosa del mundo, pues Dulcinea es una fantasía creada por él mismo, fantasía que fue posible gracias a la ausencia de Aldonza Lorenzo. Por definición, el amor cortés no puede llegar a concretarse, es indispensable la distancia, la ausencia.
Es el mismo mecanismo que pone en acción el yo poético en el “Poema XV”: necesita del silencio de la amada para poder idealizarla a su propia medida, esta es la razón por la que dice: “emerges de las cosas, llena del alma mía”, porque ante el silencio de la amada el poeta proyecta sobre ella su propia alma, ya que ella parece no tenerla: “Distante y dolorosa como si hubieras muerto”, el silencio de la amada es tal que llega a parecer un silencio de muerte, entonces: “una palabra” o “una sonrisa bastan”, apenas lo suficiente para confirmar que la amada no está muerta, para que el poeta tenga la seguridad de que se trata de un ser vivo, existente, y poder así continuar con su juego de idealización.
“La Mujer no existe”, nos dice el psicoanalista francés Jacques Lacan. Nos quiere decir con esto que “la Mujer” perfecta, capaz de completar al varón de manera armoniosa no existe, por esta razón apareció el amor cortés, una forma de postergar siempre el encuentro con la amada para que éste nunca se produzca y el trovador viva con la esperanza de su idealización. Este es el tópico del que parte el yo poético del “Poema XV”; pidiéndole a la amada, tácitamente, que guarde silencio y lo deje soñar con Dulcineas del Toboso.
*Publicado originalmente en: "Casa Tomada". Huancayo, octubre de 2008.
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